Nombre: Sasha = Kristine = Alexandra = Verónica
Edad: Anuncio pone 33, puede que alguno más, pero no llega a 40.
Descripción: La de las fotos, tal cual. Preciosa.
Telefono: Varios
Ciudad: Roquetas
Servicios: Lo normal, pero todo con goma y besos ni de coña. (Al menos conmigo)
Dirección Aproximada: al principio de la Urba.
Fotos: Las del anuncio
Había estado con esta chica hace algunos años, justo en la vorágine rejuvenecedora de mi divorcio.
La recordaba con agrado porque la cosa había ido muy bien las primeras veces. Recuerdo risas, caricias, jadeos, creo que empate en orgasmos y un bonito beso de despedida.
Pero se ve que con los años y las cornadas de la vida quizá me habré yo embrutecido. O quizá que la chica se ha vuelto más fría y mecánica. O que no jugué mis cartas tan bien como la primera vez. O que no estaban los astros alineados.
En busca del tiempo perdido le escribí y acudí a la cita.
Aparcar es fácil.
Llegar a su puerta ya es más complicado porque está en uno de esos bloques donde necesitas una tarjeta para usar el ascensor (y, claro, la tarjeta no la tira por la ventana envuelta en un pañuelito como hacía mi abuela con las llaves de su casa).
Y es un 5º. O sea: un quinto sin ascensor, pero nada hará que rompa yo mi palabra de ir a verla, aunque me fume un paquete al día y me cague en las putas escaleras y en la brillante idea de privatizar el ascensor comunitario.
La chica es muy guapa y agradable.
Tiene un cuerpo de revista, bello, terso, duro y bien cuidado.
Posiblemente el pecho sea operado pero ni se nota ni desentona con el resto de ella. Está para mojar pan sin contar minutos.
También es muy muy guapa de cara y su voz es muy muy dulce y bonita.
El piso es limpio, ordenado y transmite paz. Allí no trabaja nadie más.
Ella no fuma y casi seguro tampoco bebe, al menos en el trabajo.
Se comporta de forma muy profesional, aunque un poco obsesionada con la asepsia e higienización (de esas que si te chupas una mano luego no puedes tocarle ni la espalda sin pasarte la toallita).
Me lavo y paso a su dormitorio, limpio y con toquecillos orientales.
Le pido que se tumbe a mi lado para contemplar, acariciar, besar y chupetear ese cuerpazo de sirena que tiene. (De chupar me dejó poco).
Se deja tocar y acariciar, pero nada de explorar más allá de la epidermis.
Enseguida me pongo a tono.
Me enfunda y me chupa: correcto, pero no para un concurso.
Le pido que se suba al potro y se mueve super bien, sonríe, gimotea, se acelera, me gusta. En esa posición me gusta a mí tocar el clítoris por delante o desde atrás, pero a esta no le mola que la toquen y ya me pita falta, vaya que le contagie el ébola o algo.
Vale, lo entiendo.
Cambiamos de postura y me pongo detrás.
La coloco bien arqueadita con el culo levantado y entro despacio. Empiezo poco a poco y le mola, sigo increscendo y le sigue molando, empieza a tocarse ella y verla y oírla me pone cada vez más cachondo, acelero, y más y más, acelero y acelero, más, más y ella se sigue zurrando su coñito y se engrasa todo el sistema... qué bien, que parecemos un equipo! me encanta la sincronía!!
Y en ese furor cuatropatuno, con mi espaldón ya sudando lo suyo, la sujeto firme por la cintura para hacer el sprint final creyendo que ella se apuntaba al despegue... y OSTIA, mierda, joder... de repente me pita tarjeta amarilla y regañina, que si "así demasiado fuerte" que si "así no me gusta" que si soy un bruto y ñiñiñiñiñi. Corte de rollo 2.0
A ver, en mi vida civil he tenido "unas poquillas" de amantes y precisamente eso es de lo que más perras y cachondas les pone... como todas las demás cosas que fuera de ese contexto de consentimiento serían delito.
y yo que soy muy "proderechos de los trabajadores" y quizá demasiado respetuoso, me aplaco, me amaino y bajo vueltas.
Me siento en la cama y ella empieza a hacerme una manola, explicándome muy cariñosamente que no le gusta tan fuerte. (Otra vez aullaba con lo mismo)
Yo ya estoy con el rollo cortado y me siento algo incómodo porque el puto pepito grillo me está susurrando la perspectiva ética de la escena. Y la verdad, las pajas no me las hace nadie mejor que yo mismo. En este punto del relato, creo que el remilgado soy yo, no? (espero réplica, Batman)
Total, que la chica un 9, siempre que puedas correrte sin parecer un búfalo (o que puedas hacerte el sordo el tiempo justo para terminar
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Edad: Anuncio pone 33, puede que alguno más, pero no llega a 40.
Descripción: La de las fotos, tal cual. Preciosa.
Telefono: Varios
Ciudad: Roquetas
Servicios: Lo normal, pero todo con goma y besos ni de coña. (Al menos conmigo)
Dirección Aproximada: al principio de la Urba.
Fotos: Las del anuncio
Había estado con esta chica hace algunos años, justo en la vorágine rejuvenecedora de mi divorcio.
La recordaba con agrado porque la cosa había ido muy bien las primeras veces. Recuerdo risas, caricias, jadeos, creo que empate en orgasmos y un bonito beso de despedida.
Pero se ve que con los años y las cornadas de la vida quizá me habré yo embrutecido. O quizá que la chica se ha vuelto más fría y mecánica. O que no jugué mis cartas tan bien como la primera vez. O que no estaban los astros alineados.
En busca del tiempo perdido le escribí y acudí a la cita.
Aparcar es fácil.
Llegar a su puerta ya es más complicado porque está en uno de esos bloques donde necesitas una tarjeta para usar el ascensor (y, claro, la tarjeta no la tira por la ventana envuelta en un pañuelito como hacía mi abuela con las llaves de su casa).
Y es un 5º. O sea: un quinto sin ascensor, pero nada hará que rompa yo mi palabra de ir a verla, aunque me fume un paquete al día y me cague en las putas escaleras y en la brillante idea de privatizar el ascensor comunitario.
La chica es muy guapa y agradable.
Tiene un cuerpo de revista, bello, terso, duro y bien cuidado.
Posiblemente el pecho sea operado pero ni se nota ni desentona con el resto de ella. Está para mojar pan sin contar minutos.
También es muy muy guapa de cara y su voz es muy muy dulce y bonita.
El piso es limpio, ordenado y transmite paz. Allí no trabaja nadie más.
Ella no fuma y casi seguro tampoco bebe, al menos en el trabajo.
Se comporta de forma muy profesional, aunque un poco obsesionada con la asepsia e higienización (de esas que si te chupas una mano luego no puedes tocarle ni la espalda sin pasarte la toallita).
Me lavo y paso a su dormitorio, limpio y con toquecillos orientales.
Le pido que se tumbe a mi lado para contemplar, acariciar, besar y chupetear ese cuerpazo de sirena que tiene. (De chupar me dejó poco).
Se deja tocar y acariciar, pero nada de explorar más allá de la epidermis.
Enseguida me pongo a tono.
Me enfunda y me chupa: correcto, pero no para un concurso.
Le pido que se suba al potro y se mueve super bien, sonríe, gimotea, se acelera, me gusta. En esa posición me gusta a mí tocar el clítoris por delante o desde atrás, pero a esta no le mola que la toquen y ya me pita falta, vaya que le contagie el ébola o algo.
Vale, lo entiendo.
Cambiamos de postura y me pongo detrás.
La coloco bien arqueadita con el culo levantado y entro despacio. Empiezo poco a poco y le mola, sigo increscendo y le sigue molando, empieza a tocarse ella y verla y oírla me pone cada vez más cachondo, acelero, y más y más, acelero y acelero, más, más y ella se sigue zurrando su coñito y se engrasa todo el sistema... qué bien, que parecemos un equipo! me encanta la sincronía!!
Y en ese furor cuatropatuno, con mi espaldón ya sudando lo suyo, la sujeto firme por la cintura para hacer el sprint final creyendo que ella se apuntaba al despegue... y OSTIA, mierda, joder... de repente me pita tarjeta amarilla y regañina, que si "así demasiado fuerte" que si "así no me gusta" que si soy un bruto y ñiñiñiñiñi. Corte de rollo 2.0
A ver, en mi vida civil he tenido "unas poquillas" de amantes y precisamente eso es de lo que más perras y cachondas les pone... como todas las demás cosas que fuera de ese contexto de consentimiento serían delito.
y yo que soy muy "proderechos de los trabajadores" y quizá demasiado respetuoso, me aplaco, me amaino y bajo vueltas.
Me siento en la cama y ella empieza a hacerme una manola, explicándome muy cariñosamente que no le gusta tan fuerte. (Otra vez aullaba con lo mismo)
Yo ya estoy con el rollo cortado y me siento algo incómodo porque el puto pepito grillo me está susurrando la perspectiva ética de la escena. Y la verdad, las pajas no me las hace nadie mejor que yo mismo. En este punto del relato, creo que el remilgado soy yo, no? (espero réplica, Batman)
Total, que la chica un 9, siempre que puedas correrte sin parecer un búfalo (o que puedas hacerte el sordo el tiempo justo para terminar
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