Os quiero contar mi experiencia con las chinas. Debido a un tema de trabajo, me he tenido que pasear por la zona norte de la capital, y en esos ratos de espera, que superaban las 2 horas, empecé a trastear con Internet en busca de lumis. Desde hacía un tiempo que tenía curiosidad por las asiáticas, y busqué por la zona de Alcobendas. En un foro como éste, encontré una dirección (Marqués de V) donde aparecían anunciadas unas cuantas bellezas.
Cuando me decidí a ir, llamé, y a duras penas pude entender una sola palabra del idioma que la telefonista parloteaba, pero al cabo de un rato me hice con la dirección completa. Se trata de un portal, en plena calle que, a ciertas horas, está de lo más transitada. Además, la puerta estaba cerrada, y aunque no vi portero físico, por lo que la discreción brillaba por su ausencia. Llamé al telefonillo y me abrieron al minuto, que se hizo largo. Están situadas en un primer piso, y subí sigiloso para no hacer ruido y escuchar, de paso, si alguien se movía por aquella oscura escalera. Me acerqué a la puerta y no hizo falta que llamase, porque al igual que en el castillo de Drácula, se abrió muy despacio, dejando ver tras de sí una de las chinas más horribles con las que me he cruzado nunca. En ese momento pensé que si todas eran así, iba a desaparecer del mapa muy rápido, pero decidí esperar y comprobar el material. Entró al instante una especie de cosa con los dientes por fuera que parecía un rastrillo, y que daba un susto al más valiente. ¡Pero bueno, es que era aún más fea, con perdón, que la madame! Con la velocidad de la diarrea, le hice entender que buscaba a una tal "Chloe" (que era mentira, tan solo una argucia para que aquel espanto desapareciera cuanto antes) y después de varios intentos lingüísticos, salió de aquella roja habitación. Entró al instante otra, que ya no cumplía los cincuenta (menudo ganado) y yo, acojonado del todo, veía que aquel desfile de orcos iba de mal en peor, por lo que ya, sin ningún miramiento, me fui con el rabo entre las piernas. Total, un asco y una pérdida de tiempo.
Acto seguido, ya con rabia, busqué en la zona de San Sebastián de los Reyes, un antro en la calle Pamplona, donde al parecer, y según anunciaba la página en cuestión, las señoritas tenían un nivel considerable para los 50 euritos que se levantaban. Busqué en el mapa y decidí probar suerte, para quitarme el susto del cuerpo. Después de dar unas cantas vueltas, pues no controlo nada aquella zona, aparqué relativamente cerca (eran ya las 5 de la tarde) y me fui para allá. Se trata de una especie de chalet que hace esquina, algo destartalado por fuera. Al entrar, una señora entrada en años (muchos) me hizo esperar en una sala cutre y casposa. Me ofreció asiento, pero visto lo visto anteriormente, no me apetecía, por lo que permanecí de pie. De pronto aparece una mujer de más de cuarenta, alta como una palmera y con una nariz que casi me salta un ojo. Al verla, si hubiese llevado el nardo caballero por el calentón, se me habría desinflado de golpe, porque vayaaaaa.... vaya espécimen, de verdad os lo digo. Un saludo, dos besos de cortesía y a esperar a la siguiente, que para no desentonar, resultó ser la hermana fea de Quasimodo. Y hasta ahí el desfile de divas, por lo que directamente le dije a la señora de turno que no ea lo que yo buscaba y me largué como un caballero (asqueado)
Resultado: a mi casa a tomarme una tila.