Buenas. He ido 4 veces al Gabinete de Isabel Ruiz. Una vez estuve con Carol, otra con una chica venezolana que se hacia llamar Sandra y las dos últimas veces que he estado ha sido con Angi, una colombiana que te hace sentir un escalofrío por el cuerpo cuando la ves. La primera vez que fui estuve con Carol. En los foros de su página todos hablaban divinidades de ella y es por lo que decidí que mi primera vez sería con ella. Deciros que las fotos no hacen honor a lo que realmente son. Mucho mejor en persona que en las fotos. Gastarte 70€ por un masaje con final feliz puede parecer excesivo porque te vas sin follar, y os puedo asegurar que a esas chicas dan ganas de "destrozarlas" follando, pero realmente al saber que te irás sin meterla y que sólo vas a relajarte con unos buenos "sobeteos" te hace ir con otra mentalidad.
La primera vez, con Carol, iba un poco perdido, pues no sabía muy bien donde me metía. No sabía si se podía terminar en el tatami empotrando por un plus de dinero. No sabía si se podía tocar...No sabía nada. Lo que sabía era por lo que había leído de otros clientes. El proceso para solicitar la cita es siempre el mismo. Una llamada de teléfono y te dicen las chicas que hay disponibles. Si no está la que quieres te recomiendan ellos las que son mejores (o mas bien las que mas le interesa). El sitio está un poco escondido, aunque es un piso de nueva construcción, pero la entrada está metida como en un soportal frente al Alcampo. Subes y está un poco oscuro, con luz tenue de velas o algo que se le parece, porque realmente cuando la puerta se va abriendo tus ojos sólo persiguen el cuerpo que va a asomar como si de una aparición divina se tratara. Además lo hacen lentamente, con suspense. He de decir que todas las veces que he ido ha sido durante el periodo de Covid y que aparezca una mujer con mascarilla es un poco decepcionante, pero si te lo planteas como algo morboso el no verle el rostro al completo tiene un toque misterioso y no está tan mal. Mas viendo el cuerpo escultural, yo diría que de película, de las 3 personas a las que me referí anteriormente.
Después de una recepción algo fría, sobre todo por el Covid, y cumpliendo con todo el protocolo de gel de manos, temperatura y mascarilla bien puesta, la chica te invita a pasar y te pide que la sigas...Esos 4 ó 5 segundos contemplando esa escultural mujer contornearse con esos taconazos y esa batita blanca corta dejando ver su curvado y perfecto trasero no tienen precio. Y os hablo de las tres chicas en general porque las tres son espectaculares. Ni en el Vaticano ves tanto arte y belleza...Cuando entras en la habitación, que por cierto está muy bien ambientada tipo Buda, con luz mística y música relajante, la chica te da una toalla y te invita a que te des una ducha. Cuando vuelves ella te está esperando y te pregunta que servicio quieres. Puede ser masaje en tatami o en camilla. Yo siempre me lo he hecho en camilla. La diferencia entre uno y otro creo que son 50€ mas, y no follas, pero creo que hay mas roce de cuerpos, algún piquito extraviado y mas sobeteo en ambas direcciones.
De las tres, refiriéndonos al servicio completo me quedo con Carol. Una ucraniana escultural de unos 35 años y casi 1,80 m. con tacones, que prácticamente no hablaba español, pero no lo necesitaba. Intentamos chapurrear en inglés y medio nos entendimos. Aparte se esforzaba por ser agradable y a fe que lo conseguía. Estuve con ella el último día antes de volverse a su país. Aunque creo, según leí, que ahora está por aquí de nuevo. No es un masaje superprofesional, pero esa chica tiene manos de seda. La mezcla de fuerza, suavidad y dulzura, y esas ganas de agradar hicieron que por momentos se me pusiera el vello de punta, a pesar de estar depilado. Os puedo decir que recorrió todo mi cuerpo con sus manos durante una hora, pero de verdad os digo que lo mas placentero, aparte del orgasmo, fue el masaje que me dió en los pies. No sé si es porque los tengo agotados de estar de pie casi todo el día o por el cansancio de los años, pero si lo llego a saber le digo que emplee mas tiempo en esa zona. Pero ya no había tiempo y era la hora de llegar al culmen del masaje, al final feliz. Te preguntan si lo quieres manual o con la boca (yo creo que ya sólo es manual) y yo le dije que siguieras trabajando sus manos de seda. Y así fue. La cogió como si fuera una rosa, y empezó a acariciar sus pétalos con sus manos lubricadas. Aquello empezó a sentir que la situación se ponía seria y reacciono con orgullo y valor!!!! Empezó a masturbarme con una suavidad inusitada, a acariciar mis testículos mientras frotaba mi mástil con cariño. Se quitó la bata y me dijo que si quería que se quitara el sujetador. La respuesta fue obvia...Lo que no se veía antes no deja atrás a la belleza con la que me deleitó durante todo el tiempo que estuve allí. Me dijo que podía tocarla..."touch me"con una voz dilatante. No me dijo que podía hacerlo. Me miró con ojos algo tímidos y perversos y me dijo que lo hiciera, como si lo deseara. Empecé a recorrer sus piernas, desde donde alcanzaba mi brazo, hacia arriba. Su piel era suave, cuidada, tersa, hasta que llegué a su culo. Pensé que estaba tocando una piedra de esas preciosas, por su dureza y su textura. Ahí le miré la cara y vi como ella miraba mi mástil con expresión de que le gustaba aquello que hacía. Eso me excitó mucho y comencé a subir mi mano hacia sus pechos. Que bonitos, tan suaves como todo su cuerpo con unos pezones que se endurecían al paso de mi mano y no precisamente por el frío. Todo eso me hizo pensar que quizás me dejaría tocar bajo su braguita y mi mano se deslizó hacia su sexo. No llegué tan lejos como pasa saber si estaba mojada, pero acaricié con suavidad la zona de su clítoris y creí escuchar un pequeño gemido. Ahí ya no pude aguantar mas y seguro que ella notó en sus manos y en mi respiración que aquel volcán iba a entrar en erupción. Ella se agachó sobre mi cuerpo y ya no pude ver nada...Sólo su espalda y su culo con mi mano encima. Me corrí. No sé donde, si en sus tetas o sobre sus manos o yo que sé. Sólo sé que fue algo muy placentero y sentí pena de que fuera su último día, porque seguro que ella y yo íbamos a hacer buenas migas.
Con Sandra, que ya no está, todo el protocolo fue similar. Aunque en ella me voy a extender mucho menos. Sandra es venezolana, muy guapa, morena de 175 m. y con un cuerpo increible. Es simpática y amable. El masaje fue normalito. Mi cuerpo sentía que no le apetecía. No me hizo olvidar que estaba trabajando, como lo hizo Carol. No me masajeó los pies como Carol, que era algo que deseaba. Y es que cuando empiezas en este mundo con una diosa, es difícil bajar a la tierra. Cuando comenzó con mi mastil empezó con suavidad, pero después fue algo brusca. Eso hizo que se me bajara un poco hasta el punto de pensar que pegaría un gatillazo. Pero no fue así, y no porque ella se empleara mejor, sino porque yo intenté concentrarme a la vez que mis manos intentaban estimular mi mente acariciando ese cuerpazo. Me costó, pero lo hice y todo al acabar fue bastante frio. Yo sabía que no volvería a repetir con ella y creo que ella también.
Sigo mi historia en otra publicación pues me dice que hay un error, que sólo se admiten 10000 caracteres...